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La necesidad de una Europa Federal (I)

Europa lleva varios años sufriendo la crisis del Euro, una crisis que ha superado el ámbito económico y financiero del viejo continente. Es también una crisis política y social, acompañada además por la incapacidad de los Estados miembros para competir con las potencias emergentes, por las cuales nos hemos visto superados. A consecuencia de todo ello, se ha buscado y encontrado un culpable, que no es otro que la propia Unión, a la cual se le acusa constantemente de habernos traído la crisis del Euro, cuando en realidad los culpables son los Estados Miembros.

Existe actualmente un continuado cuestionamiento del proyecto europeo, cuando en realidad, lo esencial en este momento es realizar el camino hacia una Europa unida bajo un proyecto federal, siendo necesario superar la obsoleta noción de los Estados nación y de quienes siguen viendo en ellos toda la cura a nuestros males, cuando en realidad es desde los mismos, imposible entender y desempeñar un papel principal en el contexto actual de la globalización.

Por lo tanto, se requiere superar la falta de voluntad de los Estados miembros, y en esencial su falta de ambición de construir un proyecto federal europeo, que bien queda reflejado en el rechazo constante a transferir más poder y competencias ha una Europa federal. No es tolerable que actualmente el rumbo de la propia Unión, este dirigido por el egoísmo de los propios Estados miembros y del rumbo fatal que marcan. Es esencial apostar sin titubeos por Europa, y con la necesidad y urgencia que establece la situación extremadamente grave que sufrimos desde hace años.

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Los países de la eurozona, que deben gran parte de su prosperidad de los últimos años a la creación y existencia del Euro, el mismo que se ha visto amenazado con desaparecer, y que con él fue posible superar los obstáculos monetarios existentes hasta entonces en el comercio europeo, olvidar las diferencias de cambio y desarrollar más el propio comercio de los Estados miembros. Además de otras ventajas como la propia moneda única en sí misma, la baja inflación o los tipos de interés baratos. Pero no el proceso ha sido desarrollado con acierto, al contrario, sus más graves problemas perviven desde su creación, cuando subiéndose al carro de la moneda única y sus ventajas, se dejaron de lado, por falta de acuerdo, seguir una política económica y financiera común e igual para todos. Como consecuencia, tenemos una moneda única, sin una Europa integrada, lo cual es una incoherencia, y en el fondo es la esencia de la crisis de la eurozona, la incompatibilidad de la propia moneda, con los anclados en el pasado Estados nación, en un contexto posnacional.

La integración europea debe producirse, pues desde que sufrimos la crisis ha quedado patente la necesidad de un contrapeso político en el contexto de la globalización que contrarreste, y controle los excesos cometidos por las entidades financieras y multinacionales, pues los órganos de control nacionales resultan a todos los efectos desfasados para hacer frente. Solo la existencia de una Europa unida de verdad, estará en condiciones de realizar y cometer un papel fundamental en la regulación de dichas actividades.

Además, resulta necesario para salvaguardar nuestro bienestar social y nuestra prosperidad, pues desde que estallase la crisis, los Estados miembro no han sido capaces de evitar la deslocalización y mucho menos de preservar nuestros Estados de Bienestar en el mundo globalizado en el que nos movemos, buen ejemplo de ello son las políticas llevadas a cabo en España, Portugal y Grecia. Solo la propia Unión podrá competir a nivel mundial y así garantizar los derechos sociales de todos los ciudadanos europeos, a la vez que sus democracias, y sus aspectos sociales y culturales, por lo que se requiere una Europa unida de verdad.

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