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Violencia estructural contra la juventud española

El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de formas de violencia directa.

España con un desempleo juvenil del 57%, el más alto de la zona euro, una generación preparada como ninguna antes en este país, convertidos en outsiders permanentes, parados o precarios, sin ninguna perspectiva de futuro o de cambio, y lo que es peor, sin que este alto desempleo sea un asunto principal en la agenda política española.

La juventud, olvidada por el Estado de Bienestar

El modelo de Estado de Bienestar español, responde a una variante del Estado de Bienestar corporativo, denominada mediterránea. Se caracteriza por la dualidad entre los beneficios contributivos y la escasa importancia de las prestaciones asistenciales, así como un perjuicio hacia los jóvenes a favor de los más mayores, al mismo tiempo que queda patente una tendencia a dejar en manos de las familias capacidades y decisiones que en el modelo socialdemócrata serían transferidas al Estado.

Este modelo de Estado de Bienestar corporativo hace caer a los países que lo practican en varios factores que se acaban convirtiendo en círculos viciosos: sistemas de pensiones generosos pero prácticamente imposibles de sostener con bajas tasas de ocupación laboral, éstas bajas tasas de empleo afectan especialmente a las mujeres, lo que las lleva a soportar por un lado problemas de inserción laboral y por otro, ausencia de nuevas familias, que a su vez conlleva una baja fecundidad que impide el reemplazo generacional, y por lo tanto, el sostenimiento de las pensiones a largo plazo.

Todos estos factores llevan al Estado de Bienestar corporativo a basarse en un modelo contributivo, provocando qué: exista un sesgo a favor de los trabajadores estables frente a los precarios, y en especial, de los más mayores en detrimento de los jóvenes, provocando además, la incapacidad de estos para la formación de nuevas familias.

Conflicto intergeneracional

Existen otros factores que juegan en contra de la juventud, el primero de ellos es el peso tan elevado que los pensionistas han llegado a tener en las democracias occidentales, incluida la nuestra, lo que les capacita como los grandes influyentes en el sistema electoral, impidiendo así cualquier intento de superar el sistema de redistribución en contra de sus intereses.

Ejemplo de esto último es lo sucedido durante la reforma de las pensiones llevada a cabo por los gobiernos de Zapatero, en la que se prefirió tocar y reducir la cuantía de las pensiones futuras a las presentes.

Además existe una clara dualidad en el mercado laboral entre insiders, trabajadores que poseen trabajos protegidos y regulados, y outsiders, siendo estos los desempleados o empleados de forma precaria. Son principalmente miembros de este grupo: los desempleados con edad al borde de la jubilación, las mujeres, y de manera muy significativa, los jóvenes.

Con el comienzo de la crisis y los recortes presupuestarios, la juventud ha sido uno de los sectores sociales más perjudicados, mientras otros mantenían su situación de bienestar. Así mismo, se ha visto especialmente afectada la inversión en educación, pese a que ésto siempre se ha indicado, que no sólo es eficiente para el futuro, sino que además resulta más eficaz en términos de justicia social. No podemos olvidarnos también de los recortes en las partidas destinadas a prestaciones de desempleo o de políticas activas.

Con un Estado de bienestar poco redistributivo, que beneficia a los pensionistas y trabajadores insiders, en detrimento de los jóvenes, ha conllevado que la emancipación juvenil sea excesivamente tardía, actuando las familias como protectoras ante la ausencia pública. Así mismo, el ciclo vital de un joven no resulta en la mayoría de los casos lineal, entremezclándose las etapas de estudios, trabajo, y creación de una familia como nunca antes había sucedido.

El Estado debería apostar por la inversión en juventud, esencialmente porque la desigualdad surge cada vez más a edades tempranas, y porque además, cuanto más tarde se haga la redistribución, menos eficacia tiene, como ocurre en la actualidad. Se debe tener presente, que es mejor invertir en educación y formación para que ese individuo pueda desenvolverse mejor en el mercado laboral, que tener que redistribuir posteriormente. Por lo tanto, se trata de apostar claramente por la igualdad de oportunidades, más allá de su retórica.

Escaso peso político de la juventud

A todo lo anteriormente expuesto, hay que sumar el envejecimiento progresivo y absoluto en los partidos políticos. Podría pensarse que es acorde al envejecimiento de la población, pero no sólo es la media de edad de los representantes políticos, sino que el problema va más allá, residiendo en la práctica totalidad de ausencia de jóvenes en los órganos legislativos, a lo que hay que añadir que además, los pocos que están, no ocupan puestos de gran responsabilidad política o decisión. No es que exista un problema con el tránsito de las élites en los partidos, sino que el verdadero inconveniente, es la incapacidad, o imposibilidad de acceso de los jóvenes a la propia élite orgánica e institucional.

Si hay una nota característica de los outsiders en general, y de los jóvenes en particular, esa es la falta de organización como conjunto, y sobretodo, la falta de interlocutores válidos con las instituciones.

Más allá de la falta de organización y su capacidad para llevar a cabo las reivindicaciones acerca de los asuntos que les afectan directamente como grupo social, está la forma en la que se vota, basada más en el pensamiento del interés común o en su ideología, que en el pragmatismo de sus intereses como jóvenes, como es el caso de los pensionistas. Esta cuestión no solo es observable en el voto, sino también en las cuestiones que reivindican, siendo más generales en los jóvenes que en cualquier otro segmento de la sociedad. Precisamente en ello incide que siempre está presente un componente empatizador con otros sectores sociales, ya que en definitiva, todo el mundo tiene un abuelo pensionista, un padre con un trabajo protegido, o una madre o hermana.

Resulta excesivamente llamativa la falta de capacidad de los jóvenes para organizarse, más allá de momentos o acontecimientos determinado, ya no sólo como grupo de presión, sino también electoral, pues supone un importante espectro del electorado (aunque no pueda ser comparable a otros), que sin embargo nunca concurre como candidatura electoral.

Geo Humana Poblacion Espana 2012 de INE Fuente Cifras 2013 Piramide

Es también en términos de proporcionalidad con la población, sin olvidarnos  de la esperanza y ambición de convertirse en insiders, inculcada por el propio modelo social en el que vivimos, y en especial, por considerar a la etapa de juventud como una de mero tránsito. La denominada generación del baby boom, accedió a la edad de trabajar en bloque, convirtiéndose en el principal segmento generacional y con la facilidad que ello conllevaba, hizo que sus demandas fueran no solo escuchadas, sino también llevadas a la práctica.

Otro factor a tener en cuenta es que pese a la alta politización de la juventud, ésta es poco activa en términos de afiliación política y participación electoral. Ya no sólo poco importan por ser menos, como se apuntó antes, sino que también porque participan poco.

En definitiva, se requiere que la juventud piense más en sí misma y tenga más conciencia de pertenencia de grupo, pese a ser un segmento poblacional con dificultades para ello, entre otras cosas porque sería ir en contra de miembros de su propia familia, de quienes les han sustentado, precisamente en un país del sur de Europa, donde la institución familiar ha tenido un peso inmenso.

Lo que los jóvenes deben tener presente con esta crisis económica-financiera, es que ya no existe esa claridad de que vayan a convertirse próximamente en insiders, de disfrutar todos los beneficios a ello asociados, como por ejemplo las pensiones, que a estas alturas no están para nada garantizadas. Además, han de superar la mentalidad errónea de creer que la juventud es algo temporal mientras hipotecan una etapa fundamental de sus vidas.

0 comentarios en «Violencia estructural contra la juventud española»

  1. Resulta asombroso que la juventud no tenga conciencia de sus capacidades. Durante años ha sido muy triste (lo sigue siendo) verlos ausentes de multitud de actos reivindicativos y de las urnas: a lo sumo han llegado a decir el famoso «no nos representan». En los partidos de izquierdas deben ser muy dóciles ¿Qué fue de Beatriz Talegón? Lejos están los tiempos en que un órgano de dirección político o sindical rondaba una media de edad de unos treinta años.

    Hombre, yo creo que la contradicción no se debiera de dar entre generaciones: en esta crisis el número de ricos ha aumentado de forma considerable al tiempo que se da un aumento alarmante de pobreza y precariedad. Y sí, parece cierto que los partidos priman a los sectores sociales que votan frente a los que se abstienen. Pero lo mismo que los hijos tienen padres y los nietos abuelos, éstos tienen hijos y nietos. Y lo que más desea una abuela «arropada» por su pensión es ver que los suyos tienen trabajo y libertad.

    Los edificios, salvo algún experimento espectacular, se empiezan por los cimientos. Y no estaría de más que la redistribución de corte socialdemócrata empezara por las aportaciones del capital y el coto a la corrupción y especulación. Con esos cimientos, la solidaridad intergeneracional estructural sería la consecuencia de una buena política.

    Y los jóvenes deberían tener en cuenta la máxima de Joan Fuster, que viene a decir que ‘la política, si no la haces, te la hacen’, con las consecuencias que se dan en este momento.

    Un saludo.