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La patria de Podemos

El 31 de enero miles de personas se agolpaban en la Puerta del Sol de Madrid, participando en la demostración de fuerza que realizaba Podemos en busca de un golpe de efecto, tanto comunicativo como estratégico, y que además suponía un paso más en la construcción continua de su discurso.

Ese día, y con todas las cámaras del país pendientes de Pablo Iglesias, este realizó un discurso con un claro protagonista, la patria. Las referencias fueron muchas y presentes a lo largo de todo el discurso, desde el principio del mismo con las alusiones al 2 de mayo de 1808, al 31 de abril de 1931, o al 15 de mayo de 2011, hasta frases explícitas como “nuestra patria es la gente”, “patria con orgullo”, entre otras muchas.

Poco podría tener esto de novedoso, sino fuera porque estamos en un país, donde más allá del peso de cuarenta años de nacional-catolicismo, la izquierda española nunca artículo un discurso político que contuviese el concepto de patria en estos términos. La introducción de la patria de forma central en el discurso de Podemos, es la última pieza esencial en la construcción del movimiento nacional-popular que están llevando a cabo.

Para Podemos la política es, al igual que lo era para Laclau, la disputa por el sentido, en la que el discurso no es lo que se dice de posiciones ya existentes, sino que es una construcción de unas u otras posiciones, de uno o de otro sentido, a partir de datos cuyo significado puede ser muy distinto según sean seleccionados, agrupados o contrapuestos.

Por lo tanto, lo que está haciendo Podemos es arrebatarle a la derecha un concepto que había monopolizado en nuestro país, y no solo se lo arrebata, sino que además lo redefine, porque ahora la patria no es la “marca España”, ni quienes la aman aquellos que “llevan un pin o una pulsera con la bandera”, sino que la patria es la gente, los de abajo, mientras que los de arriba no lo son.

La patria, o mejor dicho, la nación, es un concepto ganador, y lo es en tanto que es altamente transversal, ya que no entiende de ideologías, ni clases sociales, sino tan solo de pasiones y vinculaciones afectivas, y sino que se lo pregunten a cualquier nacionalismo existente. Además le acompaña otro concepto, la soberanía, cuando Iglesias menciona que “España no se vende”, es precisamente a lo que se está refiriendo.

A lo nacional, a la patria, se le suma en su discurso claramente lo popular, el populismo, que está presente como una forma de articular identidades populares en momentos de crisis e incapacidad de absorción institucional, de descontento y ruptura de las lealtades previas, en la lucha por el espacio político frente a élites que son agrupadas. Aplican así una nueva frontera que parte horizontalmente el campo dibujando, que cambia el eje izquierda-derecha por el arriba-abajo, construyendo un nuevo “ellos”, frente al que crear una identidad popular que supera las metáforas que antes repartían posiciones, así llegamos a él “nosotros”, al “pueblo”, a la “gente”, por lo que construyen paralelamente una identidad social que se basa en la impugnación general de todos ellos, en un contexto de debilidad de los relatos e identidades cerradas como la clase, hasta entonces existentes.

En definitiva, Podemos ha logrado crear una relación hegemónica a través de la construcción de un relato paralelo y de la reformulación de conceptos que ya impregna a la sociedad, y que conlleva que incluso quienes no están de acuerdo con ellos en sus postulados, se ven obligados a pensar y debatir en sus propias categorías y en sus términos (como por ejemplo, tener que rebatir si eres casta o no), y esto ya es su triunfo, ya que hace a sus rivales competir en su tablero de juego, y tener que parecerse un poco a ellos para poder ganarles. Los de Iglesias han construido así una nueva identidad, la de todos aquellos que no son casta y además son la patria.

Artículo publicado en Asturias24.