Saltar al contenido

Victoria por la mínima del Partido Colorado en Paraguay

El Partido Colorado, hegemónico en la política paraguaya durante los últimos 70 años, consiguió una victoria por la mínima en las elecciones del pasado domingo. El candidato colorado, Mario Abdo Benítez, consiguió vencer a su rival, el liberal Efraín Alegre, por 46,4% de los votos, frente al 42,7%, lo que convierte esta victoria en la más ajustada desde la restauración de la democracia en 1989. La victoria que pronosticaban las encuestas (de hasta veinte puntos) para Abdo quedó así reducida a una diferencia de menos de cuatro.

La coalición de centro-izquierda Alianza Ganar, encabezada por Alegre, líder del Partido Liberal Radical Auténtico junto con el Frente Guasú de Fernando Lugo, el exobispo que en 2008 logró la victoria rompiendo así el dominio colorado durante décadas, no fue suficiente para dar la sorpresa en la jornada electoral en la que los paraguayos estaban llamados a las urnas. Por su parte, el expresidente Lugo consiguió renovar su escaño de senador.

Abdo, hijo de quien fuera durante más de tres décadas secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, asumirá el cargo de presidente de Paraguay el 15 de agosto, fecha en la que reemplazará a su antecesor en el cargo, el también colorado Horacio Cortés. Lo hará por un periodo de cinco años y sin posibilidad de ser reelegido en 2023, presidencia a la que llega tras haberse erigido desde su puesto como senador como la principal figura de la disidencia colorada durante la última legislatura, antes de acabar imponiéndose al precandidato oficialista, Santiago Peña, en las primarias internas coloradas de 2017.

El nuevo mapa político que ha quedado dibujado en Paraguay evidencia la necesidad de acuerdos dentro de las propias filas coloradas, tras la falta de apoyo al presidente electo por parte de su predecesor. Los resultados, mucho más ajustados de lo que nadie hubiese previsto les obligan a ello.

En las elecciones del domingo, que tuvieron una participación de 61,40% de los 4,2 millones de votantes llamados a las urnas, se decidía también la composición del nuevo Congreso y los gobernadores de los 17 departamentos. Paraguay, que salió de 35 años de dictadura en 1989, ha vivido bajo la hegemonía del Partido Colorado desde 1947, con la sola excepción del gobierno de Fernando Lugo (2008-2012), quien fue destituido un año antes de completar su mandato. En esta legislatura que en agosto comenzará, Abdo deberá construir estrategias nacionales ante las principales demandas sociales, luchar contra la desigualdad y la pobreza, la corrupción endémica de la clase política y el descrédito de la Justicia ante el evidente tráfico de influencias que la asola.

En un país donde el voto es obligatorio bajo amenaza de multas, la participación sólo ha logrado superar el 60%, muestra más que evidente de la desafección política que sufre Paraguay, un país con unas perspectivas de crecimiento del 4,5% para 2018, según el FMI, pero con unas desigualdades que contrastan con esas cifras macroeconómicas, al contar el 26,4% de los más de 6,8 millones de habitantes del país, con ingresos per cápita inferiores al umbral de la pobreza.


Artículo publicado en Debate21.es