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¿Bailando al ritmo que marca La Moncloa?

A poco más de dos semanas para que finalice el plazo constitucional previsto para que haya una investidura exitosa que salve la legislatura, PSOE y Unidas Podemos han retomado el diálogo. Ambos partidos se han sentado a negociar con la intención de buscar el acuerdo hasta el final. También está presente en ello el interés de cada uno en no aparecer públicamente como culpable, o al menos, como el principal responsable de un fracaso colectivo para la izquierda que avoque a nuevas elecciones. De momento el principal escollo, como así lo evidenció la reunión de este pasado jueves, sigue siendo el gobierno de coalición. Unas negociaciones que han vuelto a la casilla de salida.

Dentro de la táctica desplegada en los últimos días de forma muy efectiva por los socialistas dos elementos han jugado un papel central: la estética y el contenido. Ambos se evidenciaron en la presentación programática realizada por Pedro Sánchez antes de iniciar la ronda de negociaciones con los diferentes grupos políticos. Esta estrategia marcada desde La Moncloa, y por ende desde el PSOE, ha proseguido planteando un acuerdo programático con Unidas Podemos, sin la entrada de estos en el Gobierno y con la posibilidad, como ya se ha especulado esta misma semana, de que ocupen puestos técnicos o de dirección en diversos organismos. Como apunta Isidro Tapia en su artículo ‘Ordeñando el Leviatán: la última oferta de Sánchez a Iglesias‘, esto supondría otorgar puestos de perfil técnico a perfiles políticos. Esta misma oferta se intentó en julio y fracasó.

Desde las filas socialistas manifiestan la coalición como inviable. Mientras en Podemos la idea predominante es que Sánchez va de farol y antes del día 23 volverá a ofrecer un gobierno de coalición al igual que ya hizo en julio. O lo que es lo mismo, vuelve el «chicken game». Además de los dos escenarios preferidos por ambas formaciones tenemos otros dos posibles: 1) la posibilidad de que Podemos apoye al PSOE a cambio de nada y recale en la oposición y 2) unas nuevas elecciones.

El primero de ellos podría darse si tiene lugar una ronda de consultas con el Rey y Pablo Iglesias anuncia su apoyo gratis a Sánchez, buscando llevarle a una investidura sin acuerdo programático —esta era la posición de IU tras la investidura fallida de julio— y sin garantías de estabilidad que abocase a una legislatura breve. Esta opción ya ha sido rechazada por el PSOE por la inestabilidad que supondría y por la preferencia de que las elecciones tengan lugar en noviembre en una situación de fortaleza en lugar de posponerlas para 2020.

El segundo escenario, la repetición electoral, sin ser el preferente puede ofrecer diversos incentivos a ambas formaciones pese al desgaste que sufrirían las instituciones. En el PSOE creen que una amplia mayoría social les respaldaría si la falta de acuerdo con Unidas Podemos conduce a una repetición electoral el 10 de noviembre. Es decir, el PSOE ve viable aumentar votos y mantener el gobierno mientras Podemos y, especialmente, Ciudadanos —que aquí también entra en juego— ven reducido su apoyo. El fundamento está en considerar que hay una mayoría social que prefiere la estabilidad política e institucional ante un otoño convulso en el que tendrá lugar la sentencia del del procés y también, presumiblemente, el Brexit. Respecto a los de Iglesias, la repetición electoral en noviembre podría beneficiarles aunque esta hipótesis no se esté manejando en el debate mediático. Los sondeos recientemente publicados (Sociométrica y Sigma-Dos) otorgan a Unidas Podemos un retroceso minúsculo. Lo relevante de ellos es que dibujan un escenario de mayoría absoluta para la suma PSOE y UP. Es decir, con prácticamente los mismos escaños o algunos menos, Iglesias podría ser más determinante en la negociación parlamentaria para otorgar el gobierno. Respecto a esto, siempre y cuando Ciudadanos mantenga su posición actual, aunque a día de hoy todo hace indicar que no tiene margen de movimiento para rectificarla.

La próxima semana será determinante para clarificar la situación. Mientras, a más de dos meses de la hipotética cita electoral cuyos efectos podrían acabar siendo imprevisibles, La Moncloa marca la estética y el ritmo de juego, pero el marco sigue siendo el generado por Podemos acerca de la existencia o no de una coalición.


Artículo publicado en Debate21.es