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Ciudadanos: presiones y dimisiones

Ciudadanos dimisiones Toni Roldán

Ciudadanos afronta su mayor crisis interna desde que irrumpiese en la política nacional tras las dimisiones de Toni Roldán, Javier Nart y Juan Vázquez. Esta fractura ha explotado tras la doble cita electoral que ha dejado una estrategia definida por parte de la formación naranja, en la que el principal objetivo pasa por maximizar el electorado y convertirse en el partido alfa de la derecha española. Queda así, su comportamiento como partido, principalmente, sometido a la competición y al clima electoral.

No es la primera gran crisis de Ciudadanos en su historia. Cuando su ámbito de actividad se reducía a Cataluña, decidió participar en las elecciones europeas de 2009 en coalición con la formación ultraderechista de Libertas. Aquel pacto electoral se saldó con la salida del entonces número dos del partido, Antonio Robles.

Hasta ahora, salvo excepciones, la estrategia marcada por Rivera no había sido cuestionada. Precisamente, Ciudadanos es un partido construido alrededor del hiperliderazgo de Rivera. Como ayer escribía Esteban Hernández, la formación naranja «es un partido construido alrededor de un líder, sostenido por una segunda línea de dirigentes y con una implantación local insuficiente; es más una marca que una estructura. Su principal fuerza electoral se da en determinadas zonas urbanas, las que albergan a esas clases medias y medias altas, modernas, con vocación global, culturalmente liberales y poco o nada religiosas«.

La estrategia naranja para el actual ciclo electoral

El desplazamiento hacia la derecha para desbancar al PP, ha hecho que el margen elástico del aspecto ideológico se haya tensado de forma notable. El sector más liberal del partido (el encabezado por los Garicano, Roldán, Nart, etc.) ha evidenciado públicamente su ruptura con la línea marcada por Albert Rivera y su equipo de confianza.

La actual desorientación naranja comenzó con la moción de censura. En aquel momento, con Ciudadanos liderando las encuestas, parecía solo cuestión de tiempo que Rivera llegase a la Moncloa, mientras el Gobierno de Mariano Rajoy se consumía lentamente. Entonces llegó la sentencia de la Gürtel y los movimientos que desembocaron en el triunfo de la moción de Pedro Sánchez. A ello, contribuyó indirectamente Ciudadanos cuando cayó en la trampa de anunciar que estaban dispuestos a presentar su propia moción para que hubiese elecciones anticipadas.

La caída del PP, el ascenso de los socialistas al poder y la posterior aparición de Vox, alteraron de el rumbo de Ciudadanos hasta desdibujarlo. Esa hoja de ruta se ha agravado por la estrategia adoptada y el resultado electoral. No han conseguido sobrepasar al PP y han quedado como tercera fuerza. Eso les coloca, precisamente, en el papel del que quieren huir a toda costa, es decir, ser un partido bisagra.

La mencionada estrategia adoptada de intentar ocupar el espacio del Partido Popular, llevó a Ciudadanos a establecer un cordón sanitario al PSOE del que ahora es prisionero. En esta situación, no solo no pueden pactar con el PSOE y arrebatar así poder territorial al PP, sino que tampoco pueden generar ese Gobierno estable entre socialdemócratas y liberales. También les ha alejado del discurso regeneracionista, al sostener Gobiernos que llevan más de 20 años en el poder. Sin olvidar que en esa ecuación ha entrado el apoyo, directo o indirecto, de una formación ultraderechista como es Vox.

Presión exterior

Otro factor esencial en la crisis de Ciudadanos es la presión mediática a la que se enfrentan. Esta presión está dirigida a que los naranjas faciliten la investidura de Sánchez. Recordemos, socialistas y liberales sumarían juntos 180 diputados. Ese interés tiene su base en alejar la investidura de Sánchez de cualquier participación decisiva de los independentistas en la misma y, sobre todo, impedir que Podemos se acerque y participe en el Gobierno.

La situación de Ciudadanos guarda similitudes con la de Podemos en 2016. Las presiones externas en aquel momento, dirigidas a que los de Pablo Iglesias facilitasen un Gobierno de coalición entre PSOE y Ciudadanos a cambio de nada, hicieron mella en las contradicciones de la formación morada, que se debatía entre desbancar a Rajoy, aunque fuese propiciando un Gobierno del que ideológicamente estaban muy alejados. Esa cuestión ahondó en la fractura entre los dos sectores principales de Podemos en aquel entonces.

Con la investidura de fondo, tanto las contradicciones como las presiones no harán más que aumentar. El PSOE tiene en su mano alargar el escenario actual de incertidumbre. Incluso, se podría forzar una investidura fallida en julio y evidenciar una amenaza real de repetición electoral. Que los de Rivera mantengan firme su posición puede facilitar la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno, por más que ahora parezca complicada. Mientras, las dimisiones y las discrepancias públicas en Ciudadanos, aunque minoritarias, no han hecho más que empezar.


Artículo publicado en Debate21.es