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Yolanda Díaz acelera ante el Papa la construcción de su perfil presidenciable

La vicepresidenta segunda del Gobierno se ha reunido con el Papa Francisco en una audiencia celebrada en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano -mismo lugar en el que este último recibió en su momento a Pedro Sánchez-. El encuentro rompe esquemas en un espacio político, el de la izquierda española, habituado a otro tipo de gestos.

La visita de Díaz supone insistir en articular una imagen transversal y presidenciable dentro la construcción de su perfil como futura candidata. Existe así una pretensión clara de alejar los habituales temores que se vierten contra la izquierda alternativa con el fin de ser capaz de atraer a más votantes. A su vez, traslada también la idea de ser un referente emergente de la política de nuestro país con opciones de liderar el Gobierno en un futuro próximo.

El anuncio de la reunión fue realizado escasas cuarenta y ocho horas antes, cogiendo por sorpresa a los medios de comunicación y a sus adversarios políticos. Desde Moncloa se reaccionó al protagonismo de Díaz y su viaje a Roma comunicando que la exministra de Educación Isabel Celaá será la próxima embajadora en el Vaticano. El encuentro entre la vicepresidenta y el Papa, que se gestó sin la intervención diplomática habitual, ha tenido el carácter de «privado» en lugar de oficial. No obstante, ha brindado a Díaz la oportunidad de trasladar a Jorge Bergoglio su agenda progresista tras sus recientes visitas a Italia.

Precisamente es el Papa quien recientemente ha reivindicado la necesidad de implementar políticas públicas que pertenecen a puntos programáticos de la izquierda europea. Entre ellos, destaca la renta básica universal en un contexto de transformación tecnológica, que se suma a la solicitud de que la jornada laboral sea reducida. La sintonía de las preocupaciones que ocupan a ambos líderes también abarca la crisis del coronavirus y sus consecuencias económicas, la desigualdad social o los derechos humanos y las crisis migratorias.

Los movimientos de Díaz se están caracterizando por marcar una hoja de ruta propia que desborde el actual espacio político de la coalición Unidas Podemos. La diferencia de su liderazgo y el de Pablo Iglesias reside en la forma en la que ambos emergen como líderes y no tanto en el tipo de carisma o las formas de comunicar de ambos. En el caso de Díaz, su relevancia política ha crecido estrechamente vinculada a su gestión ministerial. No estamos ante un liderazgo carismático inicial que se desarrolla extraparlamentariamente. Es decir, esa popularidad surge acompañada y fundamentada en una labor desde las propias instituciones del Estado que se convierte en su mejor aval político.

La principal tarea a la que se enfrenta el equipo de Díaz es equilibrar la construcción de su perfil presidenciable y mantener su valor como ministra. En este sentido, es necesario que, además del acelerón que está teniendo su configuración como futura candidata, se apele de forma reiterada a sus logros como gestora. En términos prácticos, existe en las últimas semanas una necesidad evidente de culminar la reforma laboral. El objetivo pasa por rectificar la normativa del Gobierno del PP sin que decepcione a los colectivos sociales que van a servirle de futuro apoyo electoral.

Otro aspecto relevante que ha llevado a equívocos en los últimos días es la transversalidad que está buscando Díaz. Es necesario aclarar que esta dista de la articulada por Podemos en sus inicios. Aquella estrategia discursiva estaba basada en un nacional-populismo que seguía la estela de Ernesto Laclau y cuyo principal artífice fue Iñigo Errejón. Lejos queda ese intento de operar en un eje abajo-arriba con el fin de huir del clásico izquierda-derecha. Lo que pretende la vicepresidenta con este rechazo a lo que se ha denominado como el espacio «a la izquierda del PSOE» es ensanchar el potencial de su candidatura. El objetivo es abarcar un amplio abanico del progresismo para evitar quedar recluida en un margen del tablero. En otras palabras, es buscar competir nuevamente de forma directa con los socialistas, aspirando a una maximización de votos que se aproveche de un supuesto desgaste electoral de Pedro Sánchez.


Artículo publicado en el diario Público.