La Democracia interna de los partidos, esa misma que en 1911 Robert Michels aseguró que nunca se produciría al considerar que toda organización con un cierto tamaño, que se mantuviese durante un periodo de tiempo prolongado, produciría en su seno una estructura oligárquica.
Hoy en día, cabe cuestionarse si está realmente implantado el sistema democrático en el funcionamiento interno de los partidos, donde las opiniones de los militantes en la práctica solo cuentan para legitimar las decisiones que toma la élite que controla el monopolio del poder y cuyas decisiones son tomadas en los pequeños círculos que forman las propias élites de los partidos políticos.
Los partidos políticos, se han convertido en auténticas maquinas electorales que están centradas en competir y buscar el máximo beneficio en las urnas en detrimento de la transparencia de sus procesos internos, la opinión de sus militantes o la existencia de subgrupos dentro del propio partido político. Por ello, la creencia generaliza en los propios partidos indica que para cosechar éxitos electorales, se requiere altos grados de disciplina y cohesión interna, intentando transmitir un partido unido y homogéneo, yendo por completo en contra del pluralismo o discrepancia, características esenciales para poder hablar de democracia.
Con el descrédito actual ante la opinión pública de la denominada clase política y de los partidos políticos, se está ante la necesidad de dotar de mayor transparencia a estos, así como de establecer mecanismos de participación más directos, tanto con las bases de los partidos, como con los propios ciudadanos.
El sistema democrático, requiere de partidos políticos que sean transparentes, a la vez que participativos, que generen confianza y que representen los intereses de los ciudadanos en las instituciones y cumplan con sus promesas electorales.
Los partidos para adaptarse a la ciudadanía, deberán ser más transparentes en su gestión, a la vez que reducen las ventajas de aquellos que viven exclusivamente de la política, y sobre todo, promover la competencia interna, a la vez que generan un reclutamiento más amplio. Todo ello promoverá mayor confianza y crecimiento no solo en votos, también en militantes, y recortará la distancia existente entre ciudadanos y partidos políticos.
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¿Por necesidad de quién?, las necesidades de los ciudadanos no cuentan, las de los partidos son incrementar su poder, financiación y redes clintelares, algo que requiere seguir dejando a los ciudadanos en su actual estado de incapacitación política.
La necesidad de los Partidos por adaptarse a los tiempos y transformaciones que vive la sociedad. Es obvio que la actual crisis económica y financiera, también tiene una vertiente política, que al menos en términos electorales ha transformado lo existente hasta ahora. Quien llegue tarde a las demandas de la sociedad, acabará quedando fuera del tablero de juego.
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