Los últimos tres meses han sido para Ucrania de auténtico vértigo. En noviembre estallaban las mayores protestas ciudadanas en en el país desde la Revolución Naranja de 2004, unas protestas que se acabarían convirtiendo con el paso de las semanas, en el acontecimiento político-social más importante en un país exsoviético desde la caída de la propia URSS. Pues bien, este artículo pretende ser una aproximación a Ucrania, a los acontecimientos que han ocurrido y a la situación en la que se encuentra el país ahora mismo.
Ucrania, un país clave desde un punto de vista geo-estraégico y geo-económico
Ucrania, surgida de las cenizas de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS), época en la que se consolida como unidad administrativa, es un cúmulo de territorios que tienen su origen inicial en la Rus de Kiev del siglo IX. A partir de ahí, Ucrania siempre ha sido protagonista como lugar de fronteras, de los avances y retrocesos de los grandes imperios, hasta tal punto, que las zonas de influencia del Imperio Austro-Hungaro, como del Imperio Ruso, tienen hoy reflejo en la división multicultural que sufre el país, y que muchos desde un punto vista simplista, se han apresurado en catalogar como las dos Ucranias. Actualmente el país cuenta con 24 provincias, además de Crimea que tiene régimen especial, siendo el único lugar del país donde el ruso es lengua cooficial, pese a hablarse en toda la zona este de Ucrania.
Más allá de las cuestiones multiculturales del país, y las socio-políticas que abordaremos en el resto del artículo, se hace esencial destacar el papel fundamental de Ucrania en el contexto internacional, no solo político, sino también comercial. Ucrania es uno de los principales importadores de gas de Rusia, pero también es esencial, porque por sus gasoductos pasa gran parte del gas proveniente de Rusia que acaba en la Unión Europea.
La oposición parlamentaria a Yanukovich
La oposición en el seno del Parlamento ucraniano al ex-Presidente Yanukovich, estaba formada por tres partidos, muy diferentes entre sí y con objetivos diversos, que en ningún momento han dado imagen de unidad, porque no la tienen, que son: el conservador Batkivshchyna de Yulia Timoshenko, y del actual Presidente en funciones Turchynov, que cuenta actualmente con 99 diputados, el liberal UDAR, liderado por el ex-boxeador Klitschko, el favorito de Merkel, y que cuentan con 42 diputados, y el nacionalista y ultraderechista Svoboda, de Oleh Tyahnybok, que suman 36 escaños.
A estos tres hay que sumarles los otros dos partidos pertenecientes a la Rada Suprema, es decir, los dos gubernamentales hasta escasos días, el Partido de las Regiones, al que pertenecía Yanukovich, y el Partido Comunista, con 209 y 32 respectivamente.
El inicio del fin de Yanukovich
Tras más de dos años de negociaciones con Bruselas, finalmente el 21 de noviembre de 2013, el Gobierno de Kiev rechaza firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea y comunica un acercamiento a Rusia. Ante esto la oposición convoca manifestaciones en contra de esta decisión, celebrándose la primera gran concentración de protesta el día 24, y los primeros enfrentamientos con la policía el 25.
Pasados estos primeros días, desde la decisión del Gobierno que supone el inicio de todo lo acontecido en los tres últimos meses, el 26 de noviembre, la Unión Europea rechaza la propuesta del Ejecutivo ucraniano de establecer una negociación a tres bandas entre la UE, Ucrania y Rusia.
El 1 de diciembre, una multitud de casi un millón de personas toma la Plaza de la Independencia. Horas antes, durante la madrugada del 30, los antidisturbios habían desalojado la misma, dejando tras de sí decenas de heridos.
Es en este momento, cuando además de las reivindicaciones pro-europeístas de días anteriores, se le suman las exigencias de convocar elecciones inmediatamente (y por lo tanto, la dimisión de Yanukovich), y la reforma constitucional que deshaga el sistema presidencialista y devuelva a Ucrania a un sistema parlamentario como el anterior a 2010.
En este contexto transcurre el mes de diciembre, produciéndose el día 8 la denominada como “Marcha del millón”, que acaba con el derribo simbólico de una estatua de Lenin, así como la firma del acuerdo comercial entre Rusia y Ucrania, que se simboliza en Moscú el día 17 entre Yanukovich y Putin, con la correspondiente concesión de ayuda económica, así como una rebaja sustancial del precio del gas.
Leyes ideadas para reprimir las protestas
Se llega así al 16 de enero, día en el que el Parlamento ucraniano aprueba a mano alzada, en una sesión surrealista que termina en bronca entre la oposición y los oficialistas, un paquete de leyes ideadas con el único fin de reprimir las protestas. Estas leyes, entre sus cuestiones más destacadas tenían: la prohibición de instalación de tiendas de campaña sin autorización, así de escenarios o amplificadores, y la prohibición a los manifestantes de cubrirse la cara, o “abrir la puerta” a la censura en Internet.
Ante esto, la reacción de los manifestantes no se hizo esperar, las posiciones se radicalizaron, y con la ayuda inestimable de la policía, el clima de violencia creció de forma irremediable, dejando varios muertos, así como de heridos, evidenciando el gran abuso de poder por parte de las fuerzas de la autoridad.
Tregua y dimisión de Azarov
El 23 de enero, tras la radicalización de las protestas y los enfrentamientos entre policía y manifestantes, se produce una tregua para que los líderes de la oposición y el gobierno negocien. Al día siguiente, 24 de enero, es destituido el alcalde de Kiev, Alexander Popov, y el día 26, con el asalto al cuartel de los antidisturbios, se finaliza la tregua. El 28 de enero, el Primer Ministro Nikolái Azarov, dimitía, en un intento de Yanukovich por contentar y frenar a los manifestantes.
Finalmente, las leyes represivas, eran revocadas el día 31, a la vez que Yanukovich promulgaba una ley de amnistía para los participantes en las movilizaciones.
El 4 de febrero, la oposición parlamentaria pide en la Rada la reforma de la Constitución. Para entonces, lejos quedan ya las reivindicaciones europeístas de las protestas, pasando a ser los únicos objetivos la salida de Yanukovich y la convocatoria de elecciones presidenciales, así como la reforma constitucional.
Colapso político
El 16 de febrero se termina con la ocupación del Ayuntamiento de Kiev, y el 17 entra finalmente en vigor la amnistía. Pero la relativa calma que había vivido Kiev esas dos últimas semanas desaparecen ese día, cuando tras el fracaso de la reunión entre los líderes de la oposición y Yanukovich, este los acusa de de haber llamado a los radicales a la lucha armada, es entonces cuando la policía intenta desalojar el campamento de “EuroMaidán”, cargando sin miramientos, y provocando unos enfrentamientos que esta vez arrojaran la cifra de 27 muertos, 16 de ellos civiles y 10 policías. Lo peor aún estaba por llegar, al día siguiente el conflicto se intensifica, y acaba dejando un total de 82 muertos.
Finalmente, el viernes 21, ante la atenta mirada de los ministros de exteriores de Polonia, Francia y Alemania, que se encontraban en Kiev de visita, como paso previo para la aprobación de las sanciones que la Unión Europea pensaba poner al Gobierno de Yanukovich, se produce la firma del acuerdo entre oposición y régimen, respaldado por 386 votos a favor en la Rada Suprema, y que en teoría iba a servir para convocar elecciones presidenciales en tres meses, así como la restitución de la Constitución de 2004, y la formación de un Gobierno de Unidad Nacional. Pero los manifestantes de EuroMaidan rechazan el plan desde un primer momento, y acusan de traidores a los líderes de la oposición, hecho que se escenifica con los abucheos a Klitschko en el escenario de la Plaza de la Independencia.
Esa noche Yanukovich abandona Kiev, los manifestantes toman sin resistencia la residencia de este y el Parlamento. Lo más sorprendente de esa noche, no es la huida de Yanukovich, sino la ausencia completa de policía y ejercito. Desde ese momento, la única presencia armada y organizada, son los paramilitares de extrema derecha, autodenominados como milicias de defensa, quienes mantienen el orden y evitan los saqueos.
La Rada Suprema por su parte, del que quedan solo 3/4 partes de sus miembros, destituye a Yanukovich por dejación de funciones, sin el procedimiento legal establecido, y con un 72% de los votos a favor del total del parlamento, cuando la Constitución ucraniana exige el 75%. A su vez convoca elecciones para el 25 de mayo y nombra Presidente provisional a Alexandr Turchinov, cercano a Yulia Timoshenko, y ordena la liberación de esta. Todo ello bajo la mirada, o coacción, de la plaza.
Esa misma tarde se produce la liberación de Timoshenko, que acude a la Plaza de la Independencia y se dirige a la multitud concentrada allí, mientras Yanukovich acusa a la oposición y manifestantes de Golpe de Estado en una grabación emitida por televisión. Por su parte, el Partido de las Regiones acusa a Yanukovich de traidor. La limpieza de todo lo que huela al régimen anterior ha empezado.
Por lo tanto, tenemos a un ejercito que se ha mantenido al margen en los últimos días, evitando así unos enfrentamientos que podrían haber acabado en un auténtico baño de sangre, tenemos a una oposición que ha conseguido deshacerse de Yanukovich y que ahora deberá enfrentarse electoral y políticamente entre si, tenemos a los antiguos correligionarios de Yanukovich echándole las culpas a él, y tenemos a los miembros de las protestas, una amalgama de ciudadanos de diferentes edades, ideologías y motivaciones, sin portavoces o líderes conocidos, cuyo único punto en común era “cargarse” al ya ex-Presidente.
Pues bien, queda por ver como se llega al 25 de mayo, que coaliciones o partidos nuevos surgen, en que condiciones llegan los actuales líderes opositores, y con un parlamento con demasiados asientos vacíos que tendrá que gestionar el poder en una intentona de evitar el vacío del mismo, todo ello bajo la atenta mirada de una plaza, que no da, porque aún no lo está, el proceso por finalizado. La respuesta: de aquí a las elecciones del 25 de mayo y los meses posteriores.