Asaltar el cielo, esa expresión de continua referencia para la izquierda, usada inicialmente por Marx para referirse a los sucesos de la Comuna de París de 1871, que a su vez había tomado de la obra Hiperión (1795), de Friedrich Hölderlin, y que finalmente Lenin popularizó a comienzos del siglo XX. En el mes de octubre, durante el congreso fundacional de Podemos, Pablo Iglesias hizo suya la expresión, en la ya más que conocida frase, de que “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto”. Pero la realidad es, que a día de hoy, el escenario político español se dibuja a través de cuatro actores políticos prácticamente igualados, que son: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos.
Con ésta situación de equilibrio, los cuatro partidos principales deben afrontar las próximas elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, de donde surgirán Parlamentos fragmentados, sin mayorías claras, y que la necesidad de sumar escaños para gobernar, obligará a alcanzar acuerdos y consensos, aunque solo sean de investidura. Así pues, contemplaremos Gobiernos en minoría o de coalición en todas las Comunidades Autónomas a partir del próximo domingo, como ya existen, o han existido en casi todas ellas. Cuestión distinta es el Gobierno central, donde España sigue siendo a día de hoy, uno de los dos países de la Unión Europea, que nunca ha tenido un Ejecutivo de coalición. El otro es Rumanía.
Las dificultades para estos acuerdos vendrán de que los partidos políticos sean capaces de realizar coaliciones de signo contrario y, superar discursos construidos a través de fronteras nuevos-viejos o arriba-abajo. Parece obvio, que tanto a Ciudadanos, como a Podemos, integrarse en Gobiernos de coalición con PP o PSOE, les podría suponer un duro desgaste por el descredito social que tienen entre su electorado los, hasta ahora, dos grandes partidos, por lo que previsiblemente lo evitarán, quedando así fuera del juego político el reparto de Consejerías y basándose más en negociaciones programáticas.
Mención aparte merece el ámbito municipal, donde la cacicada de Ley aprobada por el Gobierno central, que modifica las reglas de juego sin consenso ninguno y con fines partidistas, ante el nuevo escenario político, obliga a sumar mayoría absoluta para gobernar el Ayuntamiento, cuando no se es la lista más votada. Así, el PP puede salvar Ayuntamientos como el de Madrid, donde todo hace indicar que la candidatura encabezada por Manuela Carmena, Ahora Madrid, sumará junto al PSOE, más concejales que el PP, pero sin llegar a la mayoría absoluta, por lo que, de no conseguir un acuerdo a tres con Ciudadanos, Esperanza Aguirre, al ser cabeza de la lista más votada, sería alcaldesa, sin necesidad de ningún pacto de investidura o gobierno.
El crecimiento de “aluvión” de militantes que han tenido los dos partidos emergentes, puede provocarles tensiones internas, especialmente a Ciudadanos, quien ha crecido de forma más descontrolada, absorbiendo a partidos pequeños y formando sus listas electorales sin ningún control severo, lo que ha provocado ya los primeros escándalos, como la inclusión de un falangista en la candidatura municipal de Gijón. Por el contrario, Podemos ha tenido un crecimiento mucho más controlado desde la cúpula, aunque las tensiones generadas por la salida de la dirección de Juan Carlos Monedero, así como la que arrastran desde el Congreso fundacional de Vistalegre entre las dos principales sensibilidades, no dejan de estar presentes. Ahora bien, estos dos crecimientos distintos, pueden conllevar que los pactos locales y autonómicos de los primeros, sean mucho más autónomos de las direcciones nacionales que, los de los segundos. Lo que está claro, es que el caso del bloqueo andaluz, se debe esencialmente a cuestiones de estrategia en uno de los múltiples escenarios políticos de nuestro país y que, una vez pasada la cita electoral del 24 de mayo, tendrá su solución.
Por otra parte, estamos asistiendo al epicentro del terremoto electoral que está transformando nuestro sistema de partidos. La reconfiguración del mismo no ha hecho más que empezar y, es difícil a día de hoy predecir su desenlace y más, en un país que aún conserva un sistema electoral en las elecciones generales, que por su reparto de circunscripciones, tiende hacia el bipartidismo. Si ahora mismo estamos en la guerra de trincheras, que diría Gramsci, no será hasta el final del siguiente ciclo electoral, el que comenzará con las elecciones generales de noviembre, cuando sepamos de verdad como se configura el nuevo escenario político. Mientras tanto, y una vez que se reparta la fuerza electoral de cada partido en las sucesivas elecciones de este año, comenzará la verdadera partida, y será entonces cuando asistamos a negociaciones y acuerdos, porque quien a día de hoy quiera tomar el cielo, necesitará de consenso para hacerlo.
Artículo publicado en Asturias24.