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El 15-M: La quiebra de los consensos

Durante mayo de 2011 asistimos a una grieta en el relato oficial, poniendo así en marcha explicaciones paralelas a las existentes. Es entonces cuando en nuestro país se inicia un periodo que dura tres años (hasta el pasado 2014) que propicia los cambios culturales necesarios para que sea posible abrir un nuevo escenario electoral hasta ahora inexistente. Este cambio cultural, consiste en la modificación de las percepciones y de las explicaciones de lo que nos sucede, del por qué, del quién es responsable de ello, y de la necesidad de buscar alternativas. Por lo tanto, es la irrupción del 15-M la que provoca la modificación de las posiciones hasta ese momento existentes.

Puerta del Sol de Madrid, Mayo de 2011.

El 15M introduce dos elementos que son fundamentales: en primer lugar, introduce en el panorama político la noción de los de arriba y los de abajo, o lo que es lo mismo, la mayoría no representada y la minoría que ocupa el poder sin preocuparse del interés de la mayoría. En segundo lugar, se consagra también la idea de que ésta élite minoritaria es incapaz de dar respuestas y explicaciones a la mayoría de la sociedad que las demanda, produciéndose así su saturación y colapso. Es en este momento en el que se produce el inicio de una batalla por dotar de contenido a ciertas palabras, que resultan fundamentales en la construcción del relato social.

A partir del 15 de mayo de 2011, el relato del bipartidismo como principal culpable de la crisis, y como defensor de una élite u oligarquía privilegiada que basa su poder y superioridad en la explotación del pueblo y en la corrupción, toma forma y nos otorga la idea generaliza de convergencia de los grandes partidos del sistema que apuntábamos antes. El “ellos” cuya destitución se persigue, se verá frecuentemente representado como “régimen del 78” en un intento de agrupación, tanto inicialmente en el 15-M, como posteriormente por Podemos y otras fuerzas políticas.

A su vez, tenemos a ese amplio sector social que se siente excluido del sistema, y que sobre todo sufre en sus propias carnes una crisis de expectativas y de miedo a perder el estatus social, es decir, quienes no pueden cumplir sus objetivos vitales de realizarse y tener el nivel de vida y bienestar esperado, ya sea por el impedimento de poder emanciparse, o por el sufrimiento de la incertidumbre o inseguridad laboral, lo que se traduce en una insatisfacción absoluta con el sistema. Estamos así ante ciudadanos descontentos con la gestión política sobre la crisis, que buscan responsables, y que a su vez sienten, que la legitimidad y el consenso dinámico que existía en nuestra sociedad ha quebrado, ante la saturación de las demandas y la incapacidad institucional para darles respuesta.

Con todo esto, el 15 de mayo de 2011 comienza la transformación que conllevará el retroceso, en cuanto a legitimación cultural, de las élites tradicionales. Si el retroceso político no se produce en aquel momento es por dos motivos, el primero porque todo cambio cultural tarda en cristalizar en un cambio político. El segundo, porque no existían alternativas políticas a ojos de los ciudadanos, y una gran parte todavía creía que provocando la alternancia se solucionaría la situación. Así que lo que tenemos, es que tras el 15M colapsa el PSOE en las elecciones municipales y autonómicas primero, y posteriormente en las generales. El PP no lo hará en ese momento, sino posteriormente, según va aplicando las medidas de austeridad extremas y sus política neoliberales. 

Debemos añadir además como factor de esa convergencia, como en un momento en el que el neoliberalismo lo impregnaba todo por haber sido capaz de construir un relato predominante o hegemónico, la práctica totalidad de la socialdemocracia europea abrazó la denominada Tercera Vía[i], que en la práctica la convirtió en  un socioliberalismo que la llevó en lo esencial a no poder diferenciarse del propio neoliberalismo. Esta aparente convergencia entre las élites políticas apuntada aquí, tuvo para la ciudadanía española su  máxima escenificación en la reforma del art. 135 de la Constitución Española.


[i] La Tercera Vía, tuvo sus máximos exponentes en Alemania, con el denominado Neue Mitte bajo el gobierno del canciller alemán, Gerhard Schröder, y en las tesis del Third Way de Anthony Giddens plasmadas por los gobiernos de Tony Blair. 

Artículo publicado en Debate21.