Italia camina hacia una nueva ley electoral después de que el pasado 10 de octubre se aprobase en la Cámara de los Diputados el texto que ahora deberá pasar por el Senado y que es rechazado frontalmente por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). El conocido como «Rosatellum bis» (nombre en honor a su impulsor, el líder del grupo parlamentario del Partido Democrático (PD) Ettore Rosato), el nuevo sistema electoral dirigido a regular las próximas elecciones generales, previstas para febrero de 2018, fue aprobado en la Cámara Baja por 375 votos a favor y 215 en contra después de intensos debates y desencuentros entre las distintas formaciones políticas. La ley ha sido tramitada en sede parlamentaria de forma acelerada, a través de que el Gobierno la presentase como voto de confianza, algo que sucede con frecuencia en el parlamento italiano para evitar las posibles enmiendas.
El «Rosatellum bis» se basa en un sistema electoral mixto inspirado en la ley alemana, en el que cada elector dispondrá de dos votos, con uno de ellos elegirá a un candidato de su circunscripción (sólo saldrá elegido el más votado); con el otro escogerá a su partido o coalición preferida (una lista de candidatos).De esta forma, el 36% de los escaños de ambas cámaras (232 diputados y 116 senadores) serán elegidos por un sistema mayoritario basado en circunscripciones uninominales y el 64 % (398 diputados y 199 senadores) mediante un sistema proporcional de candidaturas plurinominales. Se añade además un umbral electoral del 3 % de votos para que los partidos puedan acceder a las cámaras y del 10 % en caso de que vayan agrupados en coaliciones.
La nueva ley también permite que el cabeza de lista pueda ser una persona que está en esos momentos «inhabilitada», por lo que Silvio Berlusconi podría figurar en las candidaturas aunque no pueda ser elegido por su invalidación para cargo público al haber sido condenado por fraude fiscal.
Este sistema electoral que ahora se impulsa pretende dejar atrás el usado en las elecciones del 2006 , el 2008 y el 2013, y que en su día fue bautizado como Porcellum (de cerdo). Su impulsor había sido Roberto Calderoli, de la xenófoba Liga Norte, que admitió que había diseñado “una cerdada”. Con esa ley electoral se han vivido momentos caóticos, el ocurrido en 2013, cuando tuvieron lugar mayorías diferentes en la Cámara de Diputados y en el Senado, lo que tras largas negociaciones acabó con un acuerdo en el «tiempo de descuento», ante las presiones del entonces presidente de la República Giorgio Napolitano.
El proyecto de ley electoral, votado de forma secreta, fue apoyado públicamente por el PD de Matteo Renzi y del primer ministro Paolo Gentiloni, por Forza Italia (FI), Alternativa Popular (AP) y la LN. Mientras que ha sido rechazada por los socialdemócratas de Artícolo 1-Movimiento Demócratas y Progresistas (MDP), escindido del PD, y también por el M5S, máximo favorito para ganar las elecciones a día de hoy, según las encuestas y que ha tildado la norma de «antidemocrática».
La votación transcurrió mientras en las afueras del palacio romano de Montecitorio, sede de la Cámara de los Diputados, se congregaban cientos de simpatizantes del M5S. El movimiento fundado por Beppe Grillo y ahora liderado por Luigi Di Maio, ha denunciado lo obvio, que esta nueva ley electoral beneficiará a las coaliciones de partidos frente a los que concurren en solitario, como el caso del M5S, para los cuales, el sistema mayoritario les puede traer graves impedimentos para competir. El M5S, al que todas las encuestas sitúan con posibilidades de lograr el triunfo electoral, ha elegido precisamente hace unas semanas a Di Maio, actual vicepresidente de la Cámara de Diputados, de sólo 31 años y sin formación académica, como candidato a liderar el ejecutivo. Di Maio encarna el ideal de la «nueva política grillista», sin pasado político hasta hace cuatro años y surgido de la nada. El M5S, conviene recordar, propugna una ruptura política frente a la «vieja» política italiana y cierto euroescepticismo, especialmente frente al euro.
Este proyecto de ley electoral, una vez sea aprobada por el Senado, será empleada para las próximas elecciones, que deberán celebrarse al término de la actual legislatura en febrero de 2018. Su elaboración era una de las tareas fundamentales del Gobierno de Paolo Gentiloni tras tomar el relevo de su antecesor, Matteo Renzi, ya que en Italia actualmente coexisten dos sistemas electorales distintos que se aplican uno en cada cámara parlamentaria, declarados parcialmente inconstitucionales.
El pacto entre el PD y Forza Italia para la ley electoral evidencia que Italia camina hacia una más que probable Gran Coalición para impedir que el M5S alcance el poder. La política italiana actual pivota sobre tres grandes bloques, el centro-izquierda encabezado por el PD, el centro-derecha y el M5S. Todos los sondeos otorgan alrededor de un tercio de apoyo a cada uno de ellos. Así las cosas, ningún bloque por sí solo estaría en disposición de gobernar. El miedo entre los dos bloques que han predominado la política durante la denominada II República italiana a que los ‘grillistas’ alcancen el poder es mayúsculo. Es precisamente ahí donde confluyen los intereses de los líderes del PD y de FI, es decir, de Renzi y de Berlusconi. El primero de ellos busca la revancha tras haber sido derrocado en el referéndum constitucional de diciembre de 2016 que fue rechazado por los italianos, al que vinculó su propia continuidad y generó una escisión del ala izquierda del partido que rechazaba tanto la reforma constitucional como su política centrista. De esta forma surgió el MDP, que incluye a líderes históricos procedentes del PCI, como el ex secretario general del PD, Pierluigi Bersani, que fue candidato a premier del PD en el 2013, y el ex primer ministro Massimo D’Alema. Obviamente, con estos antecedentes y lo reciente de los hechos, el MDP se opone a formar una coalición con Renzi.
Por su parte, el centro-derecha también está profundamente fragmentado. Berlusconi no podrá ser elegido trase ser inhabilitado por fraude fiscal y está a la espera del que el Tribunal de Estrasburgo lo rehabilite. No obstante, il Cavaliere seguir siendo el líder de dicho bloque, pese a que en la actualidad Forza Italia se encuentra en un empate técnico en intención de voto con la Liga Norte de Matteo Salvini, a los que hay que sumar a los fascistas de Hermanos de Italia, liderados por Giorgia Meloni.
Así las cosas, el escenario italiano sigue abierto mientras se concretan las reglas de juego y el M5S sigue pujando fuerte y movilizando a los suyos para mostrar la contundencia de su rechazo a la nueva ley electoral a la que sólo le quedo su aprobación en el Senado para ser promulgada.
Artículo publicado en Debate21.es