El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) aprobó este domingo en su congreso extraordinario la propuesta de su líder, Martin Schulz, de llegar a un nuevo acuerdo de gobierno de «Gran Coalición» con los conservadores de la CDU/CSU que lidera la canciller Angela Merkel. La votación puso de relieve la división existente en el seno de los socialdemócratas, al lograr la posición vencedora favorable al acuerdo tan sólo el 56,4% de los apoyos manifestados por los delegados, lo que supone un resultado final 362 votos a favor, por 279 en contra, a los que hay que sumar una única abstención.
El SPD cosechó en las elecciones de septiembre del año pasado su peor resultado histórico, al quedarse con el 20,5% de los votos emitidos, lo que llevó en un primer momento a Schulz a rechazar un nuevo acuerdo de gobierno de coalición con la CDU. Pero tras la imposibilidad del acuerdo jamaicano, aquel que pretendía unir a la CDU con los liberales del FDP y los Verdes, la posición del SPD ha variado, cediendo los socialdemócratas ante las presiones de Bruselas por evitar unos nuevos comicios en Alemania que añadiesen más inestabilidad al panorama político comunitario.
El dilema para el SPD trasciende de su propia entrada en el ejecutivo. Con una trayectoria electoral en caída libre, los socialdemócratas se debaten entre dar estabilidad al sistema revalidando una «Gran Coalición» o rechazar esta y asumir el riesgo de ir a unos nuevos comicios electorales donde el resultado podría ser aún peor, para los que algunas encuestas ya les dan estimaciones de voto del 17%, tan sólo tres puntos por encima de la ultra-derecha xenófoba de AfD. La encrucijada del SPD entre ser garantes de la estabilidad institucional o salvaguardar su imagen de partido de izquierdas es similar a la de otras formaciones socialdemócratas europeas, y de momento, parece que al igual que otras, gana la primera opción.
La decisión tomada por los 642 delegados del partido reunidos en Bonn fue la de apoyar el acuerdo, a cambio de que en el mismo se notase la influencia del SPD en políticas sociales, como la inversión en sanidad o el levantamiento de las restricciones relativas a la cuestiones familiares de los inmigrantes. Schulz se comprometió a ello, aunque seguramente encuentre grandes obstáculos en la CSU bávara, los socios electorales de la CDU. Lo que sí es seguro, es que el SPD proseguirá perdiendo apoyo y erosionando aún más su imagen.
La otra opción, la que defendían los «Jusos» (Juventudes Socialdemócratas) y algunos sectores izquierdistas del partido, hubiese supuesto la caída de Schulz y toda su dirección política en un momento de gran debilidad para formación política y con la amenaza de ir a unas nuevas elecciones, pero en cambio, el SPD podría haberse recuperado en el medio plazo y permanecer como primera fuerza política de la oposición, papel que ahora jugará la ultra-derechista AfD. Ahora bien, aunque los «Jusos», liderados por Kevin Kühnert, han perdido esta batalla, han conseguido que su mensaje cale más allá de sus 70.000 miembros, los cuales volverán a participar en la votación de las bases socialdemócratas sobre el acuerdo de gobierno definitivo donde lo harán un total de 480.000 militantes.
Las negociaciones entre la CDU y el SPD proseguirán en los próximos días sobre el preacuerdo de 28 páginas firmado a principios de enero. Mientras, la convergencia de los dos grandes partidos convierte de facto a AfD en líderes de la oposición, tras convertirse en septiembre en la tercera fuerza del Bundestag con el 12,6% de los votos. También crea un marco favorable a su discurso de que los grandes partidos tradicionales son todos iguales y están acabando con Alemania en favor de las élites. En las elecciones del 2017, la CDU y el SPD sumaron el 53% de los votos, catorce puntos menos de lo que la suma de ambos había logrado en 2013. De mantenerse la tendencia, especialmente el colapso del SPD, la «Gran Coalición» podría, incluso, volverse pronto inviable.
Artículo publicado en Debate21.es