El presidente Pedro Sánchez ha decidido finalmente disolver las Cortes Generales y convocar elecciones generales para el 28 de abril. Se avecina una primavera sin descanso alguno en lo político. La campaña electoral de las generales se encadenará con la de las autonómicas, municipales y europeas, separadas ambas campañas por diez días de descanso. Entramos en un nuevo ciclo electoral, el mismo que comenzó en Andalucía el 2 de diciembre. En lo particular, la cita electoral de abril tiene las siguientes claves:
La apuesta del 28 de abril frente al «superdomingo»
Dos eran las fechas que se manejaron para la convocatoria electoral. La primera y que ha terminado siéndolo, el 28 de abril. La otra opción que estuvo encima de la mesa fue celebrar las elecciones generales junto a municipales, autonómicas y europeas el 26 de mayo. El superdomingo, a priori, parecía la mejor opción de las posibles, una vez descartado aguantar hasta otoño por lo insostenible que políticamente se hubiese vuelto la situación y por como hubiese alimentado el relato de la derecha de un Sánchez aferrado al cargo. La concentración de las cuatro convocatorias electorales en la misma jornada, hubiese supuesto jugárselo todo a una carta, pero pensando en el conjunto del partido y no solo del Gobierno, daría lugar a una mayor participación de los votantes, y dado el riesgo de desmovilización de la izquierda a día de hoy, parecía lo más razonable. Por el contrario, es cierto, que ese superdomingo electoral hubiese supuesto un contagio de la política nacional, pero no es menos cierto, que con dos campañas electorales seguidas y la más que posible dificultad para formar Gobierno tras el 28 de abril, la influencia de la política nacional en las elecciones municipales y autonómicas se acabará produciendo. A ello habrá que añadir, un agotamiento de los electores respecto a acudir a votar. Por no hablar de que un posible fracaso electoral del PSOE, entendiendo este como sinónimo de perder el ejecutivo, con independencia del número de escaños que coseche, puede influir de manera notable en un descalabro socialista en mayo.
El PSOE en busca de la centralidad ante la pugna de la derecha
Habiendo logrado ya la supervivencia como primera fuerza de la izquierda y con Podemos en retroceso, la estrategia socialista pasa ahora por ampliar sus apoyos en las posiciones más moderadas, siendo esta la consigna en todas las federaciones socialistas desde hace meses. Es el movimiento lógico, el PSOE como instrumento útil de resistencia ante la posible vuelta de la derecha y, sobretodo, los socialistas como los garantes del reformismo moderado ante la foto de Colón.
La competición partidista que se está viviendo en la derecha, en una situación de fragmentación inédita en nuestro país en los últimos cuarenta años, está condicionando por completo a Ciudadanos, o lo que es lo mismo, es el factor esencial para entender el comportamiento de la formación naranja en los últimos meses. La foto de Albert Rivera junto a Santiago Abascal y Pablo Casado en la plaza de Colón de Madrid, es un ejemplo de ello, también lo es el pacto de Gobierno en Andalucía o el cordón sanitario que dicen querer hacerle al PSOE de Sánchez. A Ciudadanos, a día de hoy, le perjudicaría más pactar con los socialistas que con PP y Vox, debido a esa contienda que mantiene con los populares.
Es precisamente ante ese escoramiento hacia la derecha de Ciudadanos, junto al retroceso de Podemos, lo que explica el intento de Sánchez de atraer hacia el PSOE al votante moderado que huye de Vox. La convocatoria electoral para el 28 de abril también debe ser leída en esa clave. Es el intento por retratar a PP, Ciudadanos y Vox, como tres variantes del mismo bloque de la derecha.
Vox irrumpirá de forma notable
En la mencionada pugna de la derecha, jugará un papel fundamental Vox, después de lograr el hito de Andalucía, se disponen a irrumpir en el Congreso de los Diputados, acerca de lo cual, ya existen sondeos que actualmente les otorgan más de 40 escaños. El error de Casado y Rivera en Colón, compartiendo escenario con un partido, hasta ahora, extraparlamentario, e igualándolo a ellos, pesará y mucho, no solo en el relato de los socialistas, sino también, en el votante que se puede acabar yendo a los de Abascal. Durante los últimos meses, Vox ha condicionado la política española y el PP solo ha hecho que crear y moverse en marcos de referencia que favorecían a los ultraderechistas.
Las posibles mayorías parlamentarias
El multipartidismo hacia el que ha mutado el sistema de partidos español, supone que ganar las elecciones pueda servir de poco. Se hace indispensable tener capacidad para formar mayorías parlamentarias que superen los 175 diputados, cifra que estarán lejos de alcanzar todos los partidos. En este contexto, el PSOE aspira a cosechar una cifra superior al 25% de los votos, que le permita estar en la mejor situación posible para lograr mantener el Gobierno. PP y Ciudadanos se encuentran, en estos momentos, más cerca de los 80 escaños que de los 100, mientras que Podemos y Vox rondarían los 40.
Ante esta perspectiva electoral, las dos únicas salidas que se vislumbran, pasan por una re-edición del pacto andaluz del tripartito de la derecha o, ante la falta de este porque no sumen lo suficiente, la otra opción sería un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, que en cualquier caso, será después de mayo, y que de no sumar por sí mismos mayoría absoluta, parece difícil pensar, que tras la foto de Colón, el resto de partidos lo permitiesen. Por lo tanto, está claro que Ciudadanos, si el resultado lo permite, tendrá un papel decisivo en el mantenimiento o no de los bloques, pese a que de momento, como ya se ha apuntado, es prisionero de su pugna electoral con el PP.
Artículo publicado en Debate21.es