Saltar al contenido

El Movimiento 5 Estrellas gana las elecciones

Italia ha votado con hartazgo, el mismo que se ve reflejado en el resultado obtenido por el Movimiento 5 Estrellas (M5E), el cual ha sido el ganador de unas elecciones que dibujan un difícil escenario sin mayorías absolutas de ninguno de los tres bloques políticos, pero si marca un prometedor futuro para la formación que lidera Luigi Di Maio. La participación ha sido del 73%, la más baja de la historia en Italia.

Según los primeros escrutinios, los grillini habrían obtenido un 32,2%, lo que les vuelve a convertir en la primera fuerza política de Italia, pero esta vez con un crecimiento de casi siete puntos respecto a 2013, donde en aquella ocasión habían logrado un 25,6% de los votos. Este resultado garantiza al M5E marcar la legislatura, cualquier solución al bloqueo que se pueda dar pasa por ellos de una forma o de otra. Con estos resultados, el joven Di Maio puede intentar ahora como fuerza mayoritaria de la Cámara pedir el encargo de un gobierno. La fórmula podría pasar por pactos concretos con el resto de formaciones políticas.

En el éxito del M5E ha sido clave la «rebelión» que ha protagonizado el sur del país en esta cita electoral apoyando ampliamente a los de Di Maio.

La Liga de Salvini le hace el «sorpasso» a Berlusconi

El otro vencedor de la noche electoral es la Liga de Matteo Salvini, quienes han logrado el 17,7% de los votos y han superado de esta forma a Forza Italia (FI), la formación política del ex primer ministro Silvio Berlusconi, que se queda en un 14%. La suma de los votos les otorga un 36,0% entre los tres partidos que la coalición de centro-derecha, Forza Italia, la Liga y Hermanos de Italia de Georgia Meloni (4,3%). La coalición será la mayor de la Cámara con un Salvini que ha conseguido el sorpasso ante il Cavaliere.

La Liga es hoy un partido de ultraderecha-populista semejante a otros de nuestro entorno como el Frente Nacional de Marine Le Pen. Esa xenofobia inicial de tintes económicos contra el sur de Italia ha dejado paso a un antieuropeísmo, xenófobo y proteccionista, que busca ganar el apoyo de las clases populares denunciando los efectos devastadores de la crisis de los que culpan a las decisiones tomadas en Bruselas y a la propia Unión Europea. Su alcance va ahora mucho más allá del norte de Italia, lo cual le ha servido para cuadruplicar sus votos respecto a 2013.

La transformación de la Liga llevada a cabo por Salvini, le permite, ya no sólo ser hegemónico en la derecha italiana en el futuro, sino también capitanear el presente y ser el primer socio de la coalición, pudiendo reclamar para él encabezar el ejecutivo.

Renzi, el gran derrotado

El gran derrotado de estas elecciones es, sin lugar a dudas, el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi, que ha caído hasta el 18,9% de votos, tras ocupar los últimos cinco años el gobierno. Los italianos han castigado al soberbio líder florentino, entre otras cosas, por no cumplir su promesa de retirarse de la política tras perder la consulta por la reforma constitucional de 2016 por más de veinte puntos.

Renzi, uno de los líderes peor valorados de Italia durante los últimos meses, podría estar llegando su fin en la política nacional, pese a haber logrado el mandato de secretario general del PD hasta 2021. Para él estas elecciones italianas eran otro nuevo plebiscito sobre su figura. El PD, en principio, ocupará su lugar en la oposición desde donde debería comenzar un periodo de profunda reflexión si tiene intención de resurgir tras esta debacle.

Fuera del Parlamento se ha quedado Emma Bonino y su candidatura +Europa, al haber conseguido sólo el 2,6% de los votos. Por su parte, Libres e Iguales, la nueva coalición de izquierdas encabezada por Pietro Grasso y que entre sus filas cuenta con históricos como Pier Luigi Bersani o Massimo D’Alema, se ha estrenado con un 3,4%, lejos de las cifras que les otorgaban las estimaciones electorales que llegaron al 7%.

Escenario incierto

Se abre ahora un escenario desconocido sin una mayoría absoluta por parte de ninguno de los tres bloques que pueda garantizar un gobierno estable a falta de pactos. Ninguna de las tres opciones alcanza el umbral del 40% necesario para gobernar que marca la nueva ley electoral Rosatellum. Será Sergio Mattarella, el presidente de la República, quien deba encargar la formación de un gobierno en base a la aritmética parlamentaria. De no conseguirse esto, la solución podría pasar por un gobierno temporal y una reforma (otra más) de la ley electoral.


Artículo publicado en Debate21.es