La renuncia de Carmena a liderar la oposición dejó espacio para una reconfiguración de Más Madrid que culminó con la articulación de una estructura partidista a nivel local y autonómico. La ausencia de liderazgo, uno de los principales problemas de los que adolecen en la actualidad los partidos progresistas de Madrid, fue solventada en el consistorio con la elección de Rita Maestre como portavoz y líder y en la comunidad con la figura de Mónica García, la cual emergió tras la salida de Iñigo Errejón después de las elecciones generales de noviembre de 2019. Esta recomposición se encontró con la oposición de los cuatro concejales denominados “carmenistas” que ahora protagonizan la ruptura con el grupo municipal. Una nueva escisión en el seno de la izquierda madrileña que vuelve a poner el foco en las diferencias estratégicas, es decir, en el cómo en lugar de en el qué hacer.
En el caso de PSOE y Podemos la situación no es mucho más halagüeña. Los socialistas cuentan con liderazgos en el aire, puesto que la continuidad de Ángel Gabilondo (tras dos intentos electorales para alcanzar la presidencia) y de Pepu Hernández no está garantizada. Además, la reciente lección otorgada por la candidatura de Salvador Illa para presidir Cataluña podría ser suficiente para invitar a algún tipo de movimiento similar que alterase el tablero político cuando se esté en vísperas de las elecciones.
Para Podemos la situación es incluso más adversa. En la asamblea autonómica fueron superados en número de diputados por los de Errejón, mientras que en el ayuntamiento carecen de representación. Es precisamente a nivel municipal, donde los rumores de una posible candidatura encabezada por Juan Carlos Monedero para 2023 se han entrelazado con contactos con los cuatro ediles que ahora abandonan Más Madrid.
A la falta de liderazgo en el espacio progresista se suma la consolidación de la presidenta autonómica Isabel Díaz Ayuso y el alcalde José Luis Martínez Almeida, quienes con perfiles distintos han sabido convertirse en referentes para la ciudadanía y para su propio partido, con la ayuda inestimable que supone ocupar el gobierno y la proyección mediática que esto les otorga.
Aquí es donde entra en juego otro de los factores que llevan a la izquierda madrileña a una lógica en la que el resultado más factible es la derrota. El discurrir habitual de la política de la Comunidad Autónoma de Madrid pasa por un absoluto protagonismo de la figura de Ayuso, en el que el centro de todo debate político y mediático gira de manera constante alrededor de la presidenta. A esto también ha contribuido que la presidenta madrileña ha sabido realizar durante 2020 y la crisis sanitaria un rol antagonista al gobierno central, jugando a ser de facto la líder de la oposición, al menos desde el ámbito institucional.
La complejidad del escenario político madrileño y las dificultades electorales de la izquierda en la comunidad autónoma y en la capital no son nuevas. Tanto el Partido Socialista como las diferentes marcas que han existido a su izquierda en las últimas décadas han sido incapaces alcanzar el gobierno autonómico. Los intentos infructuosos superan ya el cuarto de siglo, puesto que el PP lleva gobernando de forma ininterrumpida desde 1995 (incluida la operación del “Tamayazo”).
En el caso del ayuntamiento de Madrid la situación es similar. Los populares han ocupado el poder durante más de veinticinco años en las últimas tres décadas. El paréntesis fue la alcaldía de Manuela Carmena (2015-2019) que desembocó en una desmovilización electoral y en un triunfo electoral estéril, el cual no supuso conservar el gobierno y que dejó tras de sí enfrentamientos y escisiones entre quienes se habían aglutinado bajo el paraguas de la misma candidatura en 2015.
Todo esto se da en un territorio en el que se ha consolidado una lógica neoliberal tras más de veinticinco años de hegemonía del Partido Popular. La coyuntura existente en Madrid obliga a quien aspire a lograr el triunfo electoral tener que amoldarse a posicionamientos ya consolidados. La traducción de esto es que la izquierda madrileña tiene que articular proyectos políticos en un terreno cultural adverso.