Hace más de un siglo, el sociólogo alemán Robert Michels formulaba la Ley de Hierro de la Oligarquía, en la que establecía que la democracia interna en los partidos políticos nunca tendría lugar, ya que toda organización con un cierto tamaño, que se mantuviese durante un periodo de tiempo prolongado, produciría siempre en su seno una estructura oligárquica.
Actualmente, considerar implantado el sistema democrático en el funcionamiento interno de los partidos, es cuanto menos dudoso, pues los hechos demuestran muchas veces que las opiniones de los militantes solo cuentan para legitimar las decisiones que toma la élite de líderes que poseen el monopolio del poder. Unos líderes que como advertía Michels, al principio no son más que órganos ejecutivos de la voluntad colectiva, pero que con el paso del tiempo acaban emancipándose de las bases y siendo independientes a su control.
A su vez, estos partidos políticos funcionan en la práctica como maquinas electorales que están centradas en competir y buscar el máximo beneficio en las urnas en detrimento de la transparencia de sus procesos internos, la opinión de sus militantes o la existencia de subgrupos dentro del propio partido político.
Ante el descrédito actual de la clase política y de los propios partidos ante la opinión pública, quienes se presentan como alternativa a los mismos tienen la necesidad de dotarse de mayor transparencia, así como de establecer mecanismos de participación más directos, tanto con sus propias bases, como con el conjunto de la ciudadanía.
Es precisamente en este contexto en el que surge Podemos, que tras el éxito electoral de las elecciones europeas, sus miembros tienen el reto inmediato de afrontar y ser capaces de hacer converger representatividad y participación, de aunar la pasión y emoción del 15M con una estructura orgánica que sea capaz de tomar decisiones. En definitiva, deben lograr no sucumbir a los postulados mencionados de Michels, desmontándolos con hechos, sin contagiarse de las experiencias de otros partidos y aun menos de los vicios orgánicos de estos, de no hacerlo y acabar convirtiéndose en un partido más del sistema, estarán fallando a sus electores en la promesa de que una nueva forma de organización política es viable.
Publicado en Asturias24.es